La doctora Chirinos, profesora de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Piura, reflexiona sobre la necesidad de recuperar el sentido hospitalario en la sociedad, tema que aborda en el capítulo “Human Dignity and Hospitality: Meanings and Philosophical Roots”, de una obra conjunta publicada en la Editorial Springer.
Por Betsy Salazar Guerrero. 11 julio, 2022. Publicado en Suplemento Semana, El Tiempo, el 10 de julio del 2022.Chirinos señala que en las sociedades actuales hace falta reconocer al otro, sea quien sea, con su valor intrínseco y, a la vez, abrirse a la diversidad. “Ser hospitalario es admitir como humanas la ayuda al otro, la solidaridad y la mentalidad de servicio desde nuestro trabajo. Ser hospitalario es ser inclusivo en un sentido muy concreto y realista: en la vida cotidiana, en las relaciones diarias, y no solo en la retórica política o en los discursos preelectorales”.
¿Qué sucede actualmente con el sentido hospitalario?
En gran parte se ha perdido. No solo porque las ciudades se han vuelto lugares inhóspitos, donde el sentido de pertenencia se ha difuminado y las relaciones vecinales han desaparecido, sino porque el individualismo moderno nos ha convencido de que el otro es una carga pesada.
No sé si esto sucede en el Perú en la misma medida en que sucede en países más desarrollados, ya que aquí todavía existen valores importantes alrededor de la familia, de la solidaridad, etc.; pero, no podemos ser ingenuos pues, a través de los medios, se han ido difundiendo modelos de vida que alejan a las personas de estos valores y normalizan lo que el papa Francisco llama la cultura del “descarte”.
¿Cómo se relaciona la hospitalidad con la dignidad humana?
La hospitalidad es la acogida del otro, una acción humana que promueve la inclusión, supera las diferencias, se abre a las necesidades ajenas, las conoce empáticamente y reacciona con una serie de actividades que cuidan al otro y reconocen la dignidad humana.
Lo importante es comprender la hospitalidad en su significado originario; es decir, brindar una serie de cuidados al desconocido que llega necesitado de atenciones corporales. Sin embargo, la visión moderna del ser humano ha despojado de valor a lo corpóreo y sobrestimado nuestra razón. Pero somos unidad de cuerpo y alma y nuestra corporeidad refleja también nuestra libertad y nuestra razón. Por eso, la hospitalidad exalta la dignidad humana, sin dejar de reconocer nuestra vulnerabilidad y nuestra dependencia.
¿Qué tan importante es la empatía en la hospitalidad?
La empatía es el puente que permite descubrir las necesidades del otro y la hospitalidad es la virtud que reacciona frente a ellas para acompañar el trabajo de solventarlas. Por eso, a mayor empatía, mayor cuidado del otro. Se suele afirmar que la mujer ejercita mejor la empatía. Y aunque algo de rezón hay, sería erróneo caer en una división sexista: también el varón puede y debe desarrollar más la mirada empática, que no es exclusiva de la mujer; y así, entre todos, podremos humanizar las relaciones sociales, laborales, políticas, etc.
¿En qué consiste la ética del cuidado y cómo influye en la hospitalidad?
Es una corriente feminista que ha denunciado con voz fuerte el fracaso del modelo ilustrado con su defensa del ser humano como autónomo, sin necesidad de los demás y el rechazo de cualquier conocimiento que no sea el científico. Las representantes de la Care Ethics o Ética del cuidado se han enfrentado, además, al feminismo radical de Simone de Beauvoir o de Betty Friedan. Pero, lejos de volver a planteamientos antiguos, para la Care Ethics el cuidado se universaliza ya que todos -hombres y mujeres- debemos promoverlo en nuestras vidas. Cuidar es la clave de la existencia humana y de la hospitalidad.
En la vida cotidiana, ¿cómo se puede ser más hospitalario?
La Care Ethics afirma que el cuidado es una prerrogativa universal porque se fundamenta en el cuidado de toda madre con su hijo. Y la hospitalidad promueve, como referente para sus estándares de excelencia, el ejemplo del hogar. Por lo tanto, en la vida cotidiana, el cuidado y el espíritu hospitalario se potencian y desarrollan en la familia, entendida no solo como una relación de sentimientos, sino también como un conjunto de trabajos materiales o mundanos, que buscan el bienestar. Todos lo hemos experimentado en la reciente pandemia de ahí que el hogar sea la primera escuela de solidaridad, de cuidado y de hospitalidad.
¿De qué manera se puede recuperar esta virtud aun cuando se esté perdiendo “la humanidad”?
Hay muchos modos de revalorizar el cuidado y la hospitalidad. Por ejemplo, en una sociedad como la nuestra donde el servicio doméstico es todavía algo bastante habitual, es preciso apreciar estos trabajos no solo con mejores sueldos, sino también con condiciones más humanas para que se lleven a cabo con dignidad y eficacia. Procurar el bienestar del otro no es algo denigrante. Solo los hombres y las mujeres cuidan. Ni los animales ni los robots pueden imitarnos en esto. El cuidado supone un plus de nuestra existencia. En el Perú, hay todavía mucho clasismo, no solo machismo. Quizá el machismo disminuya cuando reconozcamos el rol de tantas mujeres en la promoción de una vida más digna a través de los trabajos domésticos.